Crónicas desérticas, por Kimball.

Hey Hermanos,
Quiero contaros las experiencias de un viaje que he hecho con compañeros y amigos, del Club y no del Club. Un viaje como este solo se consigue hacer gracias al excelente medio de hacer amigos que es el Club.
Ya sabéis que hacer todoterrenismo en Europa se está volviendo complicado, hay aficionados que se dieron cuenta hace tiempo y en este Club, desde su fundación, hay verdaderos afrikaners, gente que baja todos los años. En las fechas de vacaciones sobre todo Semana Santa, Marruecos está lleno de europeos, mucho guiri, yo pensaba la cantidad de kms que hacen para poder rodar a gusto en África y nosotros lo tenemos a lao!!. La verdad es que he tardado años en llegar a Marruecos, pero por lo menos ya me he quitado esta asignatura pendiente.
La cosa va de que se alineen los planetas, que puede pasar, y vayas.
Todo empieza un año antes. Quieres venir a la Estampida 2? Quieres venir a hacer miles de kilómetros por paisajes inmensos? Pues mira, sí. A partir de aquí empiezas a construir sueños. Y preparar el coche. Te mandan un libro de ruta y en ese momento comienza la
ESTAMPIDA 2
Las Estampidas son de Txema. Tiene callo en el moro, El Jifi le llaman. Lleva un camión… buff, difícil para mí. Para organizar y coordinar a tanta gente hay que tener ése callo, y ganas. Todos colaboramos, de eso se trata, pero hay algunos que llevan más peso en la buena marcha del viaje. Tienen experiencia, no solo como viajeros si no que te hacen un barco con una navaja o un torniquete. Esto, sobretodo en parajes inhóspitos, es fundamental.
La primera parte del viaje va de carretera a saco. Llegar a Algeciras, pillar el ferry, que es un trámite a veces tedioso y curioso, más carretera marroquí, picoteando y pernoctando en Asilah (lugar ideal para comprar relojes de palo), Marrakesh… por Marrakesk andaba la borrasca Olivier que nos empapó y dejó más regalitos para después.
Salimos de Marrakesh temprano dirección sur, nada más salir comprobamos que las carreteras estaban inundadas o con riadas de la lluvia de Olivier, los nativos con sus turismos sorteando el agua… buff, hay que llevar 4×4. La carretera nos llevó al puerto de montaña más alto de Marruecos, el Tizi n’Tichka. Alto Atlas, altitud de 2.260 metros. Un buen sitio para aprender cómo se conduce a la marroquí. Básicamente consiste en no chocar ni que te choquen y tener el vehículo más grande. El puerto es un sitio bonito con miradores y vendedores de fósiles. Está lleno. Siguiendo al sur por carreteras sinuosas entre cañadas y pueblos mimetizados con el terreno, pasando por escenarios abandonados de Hollywood, le dimos zapatilla para llegar a tiempo a comer las legendarias patatas rissani en Foum Zguid, un pueblo que es verdaderamente uno de los accesos al valle del río Draa, que es realmente donde empieza éso. Al menos por esta puerta. Allí nos esperaban el Jifi y los camioneros, porque no os he dicho que la expedición estaba formada por 7 Ges, 3 Toys (a veces 6) y 3 camionacos. Parecíamos el Dakar de Ikxs.
En Foum Zguid otra sorpresita de Olivier, las riadas incontroladas habían destrozado el puente de entrada a la población y el caudal impedía vadearlo. La opción B estaba lejos. Cambio total de planes. Nunca se sabe lo que puede pasar pero creo que en Marruecos, más.
Éso.
A pocos kms. al sur de Foum Zguid, empieza éso, el desierto, lo que tantas veces te habían contado. Pasamos varias jornadas en el desierto y atravesamos distintas clases de desierto. Conduciendo por las pistas más sureñas de Marruecos, casi frontera con Argelia, por el valle del Draa, en medio de la nada, la sensación de estar lejos de tu zona de confort es grande. Por lo menos cuando vas la primera vez. Este desierto es de pedrolos y duro, salvo el lago Iriki que es una pista lisa, como cuando se seca un charco. El paisaje es espectacular y no hacía un calor molesto, se notaba que había llovido hacía poco. De vez en cuando hay un control militar con soldados aburridos.
La idea en este tramo sur era ir pillando desierto, desierto con dunitas, desierto con polvo, desierto con dunas, desierto duro, desierto con dunazas. Entre medias haciendo noche en jaimas, acampadas al raso más raso que nunca, hoteles en sitios sorprendentes… porque Marruecos se está modernizando deprisa y hay cositas en sitios que hace pocos años ni se pensaban, por ejemplo el combustible.
Así, en las primeras jornada fueron sucediéndose nombres clásicos y no tan clásicos del desierto marroquí: Iriki lake, Erg Chegaga, Bab Rimal, L’Oasis Sacreé, el landroper destrozao en aquel Dakar, la Ciudad Perdida, Tagounite, los dromedarios, Zagora, el riad Nomad, el Río de Arena, el avestruz, Ouzina, los petroglifos, Erg Chebbi, las dunas de Merzouga, La Caravane… Personalmente me quedo con el hotel Nomad en Foum Mharech. Es increíble lo duro que es ser hostelero en esta tierra!! Los días son densos en un viaje en coche por Marruecos, no te aburres, le llaman desierto pero está lleno de vida y sucedidos, lo típico es que se rompa el coche, pero no hay problema allí se arregla todo aunque sea de madrugada, o que te dejes la cartera en el hotel Nomad y el gerente se haga una crono especial para alcanzarte y devolverla al dueño.
En el desierto duro los paisajes abiertos son interminables, eres el prota de tu peli, allá a lo lejos se ve un lago, un lago al que no llegas nunca, no existe. Bonito de conducir. El itinerario que debíamos hacer era un crescendo de arena. Al principio las dunas arañan el camino y cuando te quieres dar cuenta estás serpenteando entre dunas. Es una conducción técnica hay que ir serpenteando buscando los pasos o tener inercia para romper la cresta de la duna. Si no hay chicha o inercia suficiente, no subes, pero si te pasas de pedal puedes morrear al otro lado de la cresta. Es fin, cuestión de práctica, presiones y jacos. El plato final de este banquete de arena fue Erg Chebbi, ocupa un área cerca de Merzouga y tiene dunas de hasta 150 mts de altura. Os digo que tenéis que ir. El desierto de arena, de dunas, es impresionante. Hay que ir.
Terminamos este primer tramo duro en La Caravane. Recomendable, por eso pasamos un par de noches para reponer fuerzas. Hay pisci. Y ATV’s. Y paseos en dromedario por el desierto a la luz de la luna.
El Anti Atlas y el Atlas.
¿Te gusta conducir? Pues te vas a jartar. Porque una vez dejado atrás el desierto de Erg Chebbi, a través del Saghro, entramos en el Anti Atlas por pistas, etapa maratón con una kilometrada buena programada, a la que añadimos la subida a la garganta del Dades, otro paraje típico de los ruteros que es ese sitio con muchas curvas horquillas y sartenazos, vistas impresionantes, pero que ya está asfaltado y solo se queda en paraje espectacular, vistas espectaculares. Y aún quedaba llegar al hotel en Kalaat M’Gouna, un sitio raro donde las cervezas son carísimas.
Al día siguiente, nos metimos de lleno en el Atlas, otro atracón de kilómetros en avión, volando por pistas y caminos a 3.000 mts. de altitud. El coche lo nota. Anda menos. Un poquito, pero menos. Y curvas, muchas curvas. Los sitios son espectaculares, pero hay algunos muy significativos como la garganta de Amejgag, un garganta entre paredes de roca un camino encajonado que discurre por la rambla del río. Llegado un momento, aparece una roca extraplomada que quiere besar la otra orilla. Imposible para camiones por la altura. Un lugar especial.
Y venga pistas. Las pistas engañan. Engañan porque para los marroquíes que viven en esos pueblos de alta montaña, a distancias largas de núcleos de población más importantes y con servicios, son sus carreteras. Y estas pistas suelen estar siempre en obras porque hay riadas y desprendimientos cada dos por tres… la verdad es que no sabes lo que te vas a encontrar. Y así, curva tras curva, abismo tras abismo, desprendimiento a desprendimiento, llegamos a un lugar interesantísimo, La Cathedrale de Imsfrane, una formación rocosa con vías de escalada de más de 600 mts. de altura, a sus pies corre el río y ahí es donde volvimos a plantar la acampada y el fuego para la cena. Un día magnífico.
Al día siguiente otra etapa larga, pero relativamente cómoda y sobretodo espectacular, por la altura y por las vistas. Pasamos por la G4B de
Gandini, volando con las águilas, pistas de alta montaña que tienen que arreglar todos los años, algunas bien difíciles por frágiles y aéreas y otras por su estrechez y horquillas. Este día el objetivo era llegar a Ilmichil, una población importante pero fea, parece donde rodaron black hawk derribado. Si miras el mapa es como si estuviera en el centro de Marruecos, seguramente por ello, era un lugar estratégico en el ir y venir de caravanas y nómadas. Tiene mucha vida, hay mucha gente, la mayoría bereberes, allí celebran el Festival del Matrimonio. Averigua tú… Nos compramos unos pasteles estupendos. También hay 2 lagos glaciares muy bonitos muy cerca donde acamparon los camiones, los demás nos fuimos al hotel Chateau, que estaba de pm.
Iban pasando los días, a estas alturas de viaje, se iban volando. Nos metimos otra kilometrada (¿te gusta conducir?) por el Atlas pero todavía teníamos otro reto todoterrenista, el Circo de Jaafar. El Circo de Jaafar es un cañón de unos cuantos kms., la pista discurre acompañando al río Jaafar, entre paredes de roca monumentales. Hay unos pedrolos enormes y es fácil rascar el costao del coche si no andas con tiento. Si lo ves chungo, hay unos paisanos autóctonos que te colocan las piedras para que pases mejor a cambio de una propinilla. Les dimos propi para que nos dejaran a nuestro rollo, pero los tíos son majos. La vida en estos lugares es muy dura. Tras horas de diversión llegamos a Midelt. Esto ya casi parece Europa. Casi.
Y es que el desierto ya quedaba muy atrás, como si hubiéramos ido otro año. Ahora estábamos pasando por parajes de bosques de cedros, algunos gigantescos como el Gouraud, que está seco pero… ahí está, imponente. Lagos, monos a punta pala, praderas de pastos…y lloviendo! Si hasta hemos pasado fresco en Marruecos…
Este fue el último día de todoterrenismo. Llegamos a Ifrane al hotel (siempre con alguna sorpresita, alguna improvisación, alguna inexactitud ajena al convoy) A la mañana siguiente madrugón y pa España. ¿Te gusta conducir? (desde Madrid hemos hecho como 5200 kms.) Pues el último día, turnándonos al volante, la etapa fue de Ifrane a Madrid, barco incluido.
Sí, me gusta conducir.
Perlas sueltas:
- Todo el mundo te pide algo.
- Los perros de Marruecos no tienen dueño.
- Donde haya algo que enseñar o nada, hay alguien que te lo enseña.
- No pinchó nadie.
- Lleva mascarillas para el desierto. Abundantes.
- Compra pasteles.
- Engancha, vuelves.
P.D.: Un viaje como este, aunque sobre ruedas, es como hacer una travesía en barco, no hay escapatoria. Hay que convivir muchos días con gente con la que no estás acostumbrada. Es una prueba de compañerismo y camaradería, y esto es imposible sin la argamasa de amistad que propicia el Club. Buen rollito y gracias por hacerlo posible.
Larga vida al CMGE!!
+Info: FORO G-AVENTURA
